Erase una vez en la selva tropical un pequeño cocodrilo que nació sin dientes. Todos sus hermanos se reían de él por haber nacido así.
Dicho cocodrilo, cuya mamá le puso el nombre de Tino, no crecía igual que sus hermanos puesto que al no tener dientes su madre tenía que masticarle la comida.
Una noche, Tino, triste y lloroso, miró al cielo estrellado y en ese momento pasó un estrella fugaz. Tino muy atento pidió un deseo: quería tener dientes como sus hermanos, para que no se riesen de él.
Fueron pasando lo días y el cocodrilo veía que su deseo no se cumplía y eso lo ponía más y más triste, pero una noche escuchando un cuento de su mamá, que le hablaba de un hombre de barba blanca y traje rojo que se paseaba por el cielo con un trineo tirado por renos una noche al año, concediendo a los niños y animales un deseo, pensó que si esperaba a esa noche y le pedía su deseo al hombre, cuyo nombre todos sabemos que es Papá Noel, éste se lo concedería.
Así cada noche Tino esperaba y esperaba a Papá Noel para pedirle su deseo, pero siempre se quedaba dormido.
La noche del 24 de diciembre, como cada año, Papá Noel pasaba con su trineo por la selva y sabía ya de antemano lo que quería el cocodrilo, porque llevaba muchas noches escuchando al pobrecito llorar y llorar pidiendo su deseo. Esa mañana el cocodrilo se despertó muy contento y corrió a contarle a su mamá lo que había soñado.
Fue pasando el tiempo y un día en el que Tino estaba tomando el sol, vio como una pequeña gacela caía al río y como su madre era incapaz de ayudarla, el cocodrilo sin pensárselo dos veces se sumergió en el agua y cogiendo a la gacela por una pata la sacó del agua, evitando que se ahogara. La madre de la gacela, loca de alegría, porque había salvado a su cría, le dijo al pequeño Tino que algún día sería recompensado por su buena acción.
El tiempo transcurrió y casi sin darse cuenta volvió de nuevo a ser 24 de diciembre. Tino ya no se acordaba de su deseo, pero Papá Noel sí… y se lo concedió.
Pasaron los años y el pequeño Tino se convirtió en un gran cocodrilo, pero seguía teniendo un gran problema. Cuando Papá Noel le dio sus dientes, Tino despertó y con las prisas para que no le viera sólo pudo dejarle unos dientes torcidos, que no le gustaban nada.
Un día aparecieron por la selva unos cazadores que venían buscando cocodrilos para un zoo de la ciudad y en el momento en el que nuestro Tino dormitaba consiguieron atraparlo con una red y se lo llevaron al zoo.
Cuando despertó en el zoo, los cuidadores se dieron cuenta de que tenía unos dientes torcidos que le afeaban mucho. Uno de los cuidadores pensó que igual que con los seres humanos se utilizaban braquets, al cocodrilo también se le podrían poner y corregirle los dientes.
Llamaron a un veterinario, que decidió construir unos braquets para Tino y así corregirle los dientes. Al principio el cocodrilo se asustó mucho y sólo quería quitárselos, pero con el tiempo se llegó a acostumbrar y ya no les condecía importancia.
Conforme iban pasando los meses tenía que volver a sedar y dormir a Tino para apretarle los braquets, con lo cual cuando éste se despertaba sus cuidadores tenían que tener mucho cuidado, puesto que se ponía muy nervioso y enfadado, porque sabía que durante unos días no podría comer bien. Pero también se daba cuenta de que eso era pasajero y que volvería luego a comer hasta que transcurriera el tiempo y volviesen a apretárselos.
Hasta que llegó el momento en que tuvieron que quitarle los braquets. Ese día tuvieron que dormirlo, porque como un cocodrilo que era se puso muy agresivo y no podían dominarlo, pero después de dispararle un dardo anestésico consiguieron dormiro y así pudieron quitarle los aparatos de los dientes.
Cuando el cocodrilo se despertó, notó algo muy raro y era que ya no tenia esos hierros en la boca y que por fin podría comer bien, con lo cual se puso muy contento al ver que tenía unos dientes derechos y que ningún animal volvería a reírse de él.
Ese año cuando llegó la Navidad al zoo, Tino levantó la cabeza para ver pasar al señor barbudo con su traje rojo y su trineo tirado por renos y darle las gracias por hablerle concedido sus dientes y a sus cuidadores cuando pasaban por delante de su reciento, sacudía contento su cola sobre el agua para darle también las gracias a ellos.
TITULAR El cocodrilo Tino
AUTOR Francisco Salgado Bartolomé
COLEGIO CEIP Maestro Rojas (Nerva)
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